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jueves, 29 de diciembre de 2011

505

La actitud nerviosa de cada persona se representa de distintas maneras.
En algunas basta con mover la pierna, con jugar con un lapiz, con mirar a todos lados o pestañear de forma muy seguida.

Y es de suponer que esa actitud está provocada por algo, da igual el qué. Un acontecimiento, una persona... una canción. En mi caso, el noventa por ciento de las ocasiones está debida a una canción, una canción que escuchas la primera vez y te suena de largo, a la segunda no. A la segunda captas todo lo que el creador de esa canción quiere transmitir, y es tan grande ese impacto de saber entenderlo que causa un terrible nerviosismo, incansable en ocasiones, en otras, basta con gritar, el mayor grito de todos.

Y cuando escuchas esa canción, esos acordes, realmente sientes algo. Algo de lo que poder estar orgulloso.

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