
El frío duele al contacto con la piel.
Enseguida recuerdo lo que me solían decir: 'Los áticos con piscina, no deberían ser usados en invierno'. Já, me río con ingenuidad.
Desde aquí se pueden ver las oficinas, las luces están apagadas, salvo una o dos. El tráfico no cesa, los motores de los coches rugen, al igual que la brisa helada que recorre mi cuerpo.
Se empeñan en encender las luces, y a las ocho, todavía es de día.
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