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lunes, 27 de febrero de 2012

Adam's Song

Recuerdo como el tiempo pasaba sin decirme adiós, y como cada noche, yo, sentada en el sofá de una casa vacía, ante una mesa de cristal y un puñado de cartas, jugaba al solitario. Una y otra vez, sin embargo jamás gané una sola partida.
A medida que pasaba el tiempo las noches eran iguales, salvo una, en la que yo estaba sentada en el sofá de una casa vacía, ante una mesa de cristal y un puñado de cartas, pero cartas de puño y letra, cartas que me abatían, sacaban lo peor de mi. Tampoco supe ganar a ese juego.
Una noche, supongamos que la más fría, estaba yo, sentada en el sofá de una casa, a mi lado había una presencia, sentados ante una mesa de cristal, ante un puñado de cartas, jugué de nuevo al solitario y vencí, acabé por deborar las propias cartas con un poco de suerte.
 Comprendía que no hacía falta entender a la soledad para ganarla.

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