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martes, 7 de febrero de 2012

Saliva, mica y Panda

Busqué en las expresiones de las personas una sola mueca que pudiera devolverme al mundo al que pertenezco, pero de entre extraños y conocidos, solo veía extraños.
No dudé en intentar tranquilizarme en ese momento, en cerrar lo ojos fuertemente y en volver a imaginarme todo como era en un principio. Sin embargo, me hayé entre plumas de almohadas rotas y viejas, en las que cualquier persona pudo depositar sus sueños con la esperanza de que algún día, se hicieran lo más real posible. El pánico fue un aliado de la locura y el temor que sentía de estar cerca de una ventana de un sexto piso, a unos centímetros de caerme en el vacío, que no es otro que el olvido, empezó a consumirme. Que el miedo sea irracional no significa que  no provoque la misma sensación que el miedo más racional de todos. Y sin embargo esas caras desconocidas, representaban todos los años que pasaron por mi vida, esas personas que prometes querer hasta el final y que se olvidan con las mañanas de invierno. Esas personas que prometes venganza, pero que te olvidas de un 'por qué'.
No supe distinguir que era la realidad, tampoco si la había. Pero cuando las lágrimas aparecieron de entre la profundidad de los ojos, lo que era un número, pasó a ser una letra, lo que era una sonrisa, pasó a ser un grito de terror. Y yo no supe jamás como llegué ahí, como salí tampoco lo supe, pero me quedó la constancia de que existía algo más allá de las realidades y los sueños, llegué al lugar en el que las personas olvidadas van a ahogar su existencia, al lugar en el que los perdidos solo pudieron encontrarse.
Yo solo supe llamarlo 'hogar'

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