Las mujeres van con altos tacones, herrmosos vestidos, perfectamente maquilladas.
Los hombres, trajeados, con curiosas corbatas y zapatos relucientes.Miremos uno por uno.
En primer logar nos fijamos en una chica, 25 años a primera vista, no es muy guapa, pero llama la atención, pelo ondulado, oscuro, ojos marrones claros, pestañas kilométricas, su piel es... Pálida. Su vestido rojo, rojo cereza, hombros y espalda de encaje. Precioso, Sus piernas finas acaban en unos tacones de aguja negros y cerrados. Sostiene una copa de champán. Parece que espera a alguien, intenta matar el tiempo introduciéndose en las conversaciones de algunas personas, sin embargo, no consigue alcanzar el hilo de la conversación.
A pocos metros, nos encontramos con un hombre muy curioso, lleva una chaqueta negra, una corbata con las teclas de un piano adornando y unuos zapatos italianos. Su apariencia resulta cómica. El sujeto tendrá 29 años. Juega con las llaves de su coche, las hace sonar. Empieza a entrar en un estado de nerviosismo y comenza a moverse de lado a lado, accidentalemnte, golpea una copa de vino, la cual alcanza el precioso vestido de nuestro anterior punto de vista. La chica, alarmada se da la vuelta. Él, no para de disculparse una y otra vez, la chica sonríe. Diría que no le ha importado la tremenda mancha de vino.
La ofrece un cigarrillo y salen fuera a fumar. Tras presentarse comienzan a hablar, a dar caladas alternas, a reir y sonreir. En nuestra siguiente escena aparece un coche negro, reluciente y elegante, ella mira la hora y se despide dándole un beso en la mejilla, dejando el contorno rojo de los labios y le dice al oido; 'espero que el vino no se vaya jamás de mi vestido'. Acto seguido se sube en el coche y desaparece con la noche.
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